Historia de mis abuelos maternos
En Buenos Aires vivían dos familias muy humildes, la familia Domínguez y la familia Gillio.
Las dos señoras eran muy amigas, Vicente Domínguez (mamá de Paco) y Margarita Gillio (mamá de Teté), sus hijos jugaban juntos..
Mi abuelo Paco siempre cuenta que él empezó a trabajar con su mamá a los 5 años. Hacían sillas de mimbre y de a poquito empezó a salir solo a la calle. Era chiquito y a los 9 años ya conocía casi todo Buenos Aires. Era un “niño de la calle”, pero de los buenos, porque a pesar de todos sus sufrimientos, de haber dejado la escuela a los 7 años (porque el maestro les pegaba con el puntero), él logró salir adelante, alejado de las cosas malas, trabajando y aprendiendo. Es muy importante saber de todo. Ahora está jubilado, pero sigue al frente de un aserradero en Regina. Ya tiene 77 años y sigue de pié, firme, ayudándonos a todos.
Mi abuela Teté también tuvo una infancia triste. Su mamá Margarita se enfermó y no podía cuidarla, pero su papá sí, trabajaba mucho para darles todos los días algo para comer, hasta que un día, cuando ella tenía 7 años, murió de un ataque al corazón. El hermano mayor de Teté estaba casado con una mujer mala, y se la llevaron pero no para cuidarla, sino para sirvienta. La maltrataban. Cuenta siempre mi abuela que a ella le encantaba la escuela, era aplicada e inteligente. Su cuñada malvada la hacía limpiar, cortar la leña, antes de ir a la escuela. Teté se levantaba tempranito para hacer todo y no perder un día de clases.
Cuando terminó 7mo grado no la dejaron seguir estudiando, tenía las manos ampolladas de tanto trabajar. Un día la mandaron a curarse al hospital porque estaban las heridas infectadas, pero ella se escapó y se fue a la casa de Pepa, una cuñada buena que era hermana de Paco y esposa del hermano de Teté. Pepa la protegió y cuando fueron a buscarla les dijo que iba a llamar a la policía por los malos tratos.
Desde ese día todo cambió, la trataban bien en su nuevo hogar. Como no tenía qué ponerse, Paco, que era 12 años mayor que ella, fue a una tienda y le compró ropa y una muñeca. Se hicieron más amigos que antes y se enamoraron. Años después se casaron y hoy todavía están juntos. El con sus 77 años y ella con sus 65, siguen luchando día a día por su familia, unidos como el primer día.
Mi mamá siempre dice que está orgullosa de ellos, que los dos son un ejemplo para todos nosotros, porque a pesar de haber tenido una infancia terrible sin juguetes, ni ropa, a veces sin comida, sin el amor que todo niño necesita para crecer, ellos pudieron contra todo, porque dentro de sus corazones sí existía el amor, el respeto y mucha fé en Dios, quién les dio la fuerza que necesitaban para levantarse cada día y poder darles a sus hijos todo lo que ellos no tuvieron.
“¡¡¡Grandes Teté y Paco!!!¡¡¡Son los mejores abuelos del mundo!!!”
En Buenos Aires vivían dos familias muy humildes, la familia Domínguez y la familia Gillio.
Las dos señoras eran muy amigas, Vicente Domínguez (mamá de Paco) y Margarita Gillio (mamá de Teté), sus hijos jugaban juntos..
Mi abuelo Paco siempre cuenta que él empezó a trabajar con su mamá a los 5 años. Hacían sillas de mimbre y de a poquito empezó a salir solo a la calle. Era chiquito y a los 9 años ya conocía casi todo Buenos Aires. Era un “niño de la calle”, pero de los buenos, porque a pesar de todos sus sufrimientos, de haber dejado la escuela a los 7 años (porque el maestro les pegaba con el puntero), él logró salir adelante, alejado de las cosas malas, trabajando y aprendiendo. Es muy importante saber de todo. Ahora está jubilado, pero sigue al frente de un aserradero en Regina. Ya tiene 77 años y sigue de pié, firme, ayudándonos a todos.
Mi abuela Teté también tuvo una infancia triste. Su mamá Margarita se enfermó y no podía cuidarla, pero su papá sí, trabajaba mucho para darles todos los días algo para comer, hasta que un día, cuando ella tenía 7 años, murió de un ataque al corazón. El hermano mayor de Teté estaba casado con una mujer mala, y se la llevaron pero no para cuidarla, sino para sirvienta. La maltrataban. Cuenta siempre mi abuela que a ella le encantaba la escuela, era aplicada e inteligente. Su cuñada malvada la hacía limpiar, cortar la leña, antes de ir a la escuela. Teté se levantaba tempranito para hacer todo y no perder un día de clases.
Cuando terminó 7mo grado no la dejaron seguir estudiando, tenía las manos ampolladas de tanto trabajar. Un día la mandaron a curarse al hospital porque estaban las heridas infectadas, pero ella se escapó y se fue a la casa de Pepa, una cuñada buena que era hermana de Paco y esposa del hermano de Teté. Pepa la protegió y cuando fueron a buscarla les dijo que iba a llamar a la policía por los malos tratos.
Desde ese día todo cambió, la trataban bien en su nuevo hogar. Como no tenía qué ponerse, Paco, que era 12 años mayor que ella, fue a una tienda y le compró ropa y una muñeca. Se hicieron más amigos que antes y se enamoraron. Años después se casaron y hoy todavía están juntos. El con sus 77 años y ella con sus 65, siguen luchando día a día por su familia, unidos como el primer día.
Mi mamá siempre dice que está orgullosa de ellos, que los dos son un ejemplo para todos nosotros, porque a pesar de haber tenido una infancia terrible sin juguetes, ni ropa, a veces sin comida, sin el amor que todo niño necesita para crecer, ellos pudieron contra todo, porque dentro de sus corazones sí existía el amor, el respeto y mucha fé en Dios, quién les dio la fuerza que necesitaban para levantarse cada día y poder darles a sus hijos todo lo que ellos no tuvieron.
“¡¡¡Grandes Teté y Paco!!!¡¡¡Son los mejores abuelos del mundo!!!”
muy linda historia se me callo una lagrima al leerla.
ResponderEliminarQue ejemplo de vida!!!! los admiro!!!!!!
Gra (mama de Abril)
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